a. introducción

Existen inevitables lugares comunes a la hora de abordar el tema de la vigilancia. El principal punto de partida se sitúa en torno a la idea de panóptico (desde Benthan hasta la revisión del concepto por Foucault), aplicable a las denominadas sociedades disciplinarias. Otras lecturas parten de la obsesión “taylorista” de vigilar a los trabajadores en la búsqueda del rendimiento controlado y llegan hasta el imaginario, convertido en espectáculo, que la novela de Orwell ha propiciado y según el cual, el futuro será un mundo sujeto a la mirada perpetua del Gran Hermano.

Sin embargo se hace preciso atender al cambio cualitativo que vienen experimentando los fenómenos de “vigilancia expendida” a través de las nuevas posibilidades tecnológicas y cuyo nuevo escenario es el contexto social contemporáneo.

Así, la deriva espectacular del fenómeno junto a las “políticas del miedo” imperantes han acelerado toda una suerte de normalización, de asimilación, cuando no de interiorización del control en cuanto realidad. Como si se tratara de una fina veladura, flexible y pegajosa, esta realidad se ha posado sobre las ideas de “liberación”, “rebelión” o “huida” que viajaban incrustadas como anhelo –para ser desenlace- en los planteamientos citados (respectivamente: panóptico, taylorismo, mundo Orwelliano….).

Una veladura correosa, capaz de inmovilizar y desactivar las formas de creación autónomas y de bloquear la divergencia cultural. Una veladura que actúa añadiendo progresivas capas de opacidad sobre la percepción de la circunstancia política, social e institucional, empastando lo público y lo privado y disolviendo la cultura en la banalidad y en la desmemoria.

Deleuze apunta que “para comprender mejor lo que se entiende por crisis de las instituciones basta con atender a la instalación progresiva y dispersa de un nuevo régimen de dominación”. Y es aquí donde radica el cambio de paradigma. La lucha contra “las disciplinas” o las fórmulas de control que se daban en los lugares de encierro, ¿dejarán su lugar a nuevas formas de resistencia contra las sociedades de control?¿Podemos a través de las nuevas actitudes de divergencia esbozar formas futuras, capaces de analizar, subvertir o impugnar las maravillas del nuevo orden?

En este sentido Michel de Certeau sitúa frente a la construcción de subjetividad realizada desde el poder y la vigilancia (Foucault) al hombre ordinario, protagonista de la vida cotidiana, en la que se encuentran las claves de esa resistencia constante del hombre común contra el poder.

El “panel de control” que queremos componer mediante este proyecto pretende dar acceso de toda una serie de prácticas que tienen como punto de partida un contexto inmediato de control, pero que contemplan en perspectiva esa “claustrópolis” -de la que habla Virilio- en relación a la vigilancia global. El proyecto quiere dar sentido a todo ese cúmulo de experiencias cotidianas que conforman una suerte de micro-resistencias capaces de mantener alerta los mecanismos de defensa.

Los interruptores críticos que conforman esta consola o panel de control, pretenden hacer visible a través del desocultamiento, las formas en las que el control se transforma en poder y viceversa, haciendo patente esta reversibilidad en la que desaparecen paulatinamente las libertades y se premia el sectarismo y el gregarismo.

Este panel de control es sólo uno de los posibles, su diseño no está impuesto por ningún “control de calidad” sino que su botonadura es cambiante, sus mandos se activan en función de la respuesta de los participantes, ya sean individuales o colectivos y mantiene abierto su sistema, permitiendo la implementación y la mejora de sus funciones.

Es un panel de control compartido en su fabricación y en su funcionamiento

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