Educación Expandida // La paradoja de gestionar las prisas con prisa

Simposio Educación Expandida
Un proyecto de ZEMOS98 y Juan Freire // 22 a 29 de Marzo de 2009

La paradoja de gestionar las prisas con prisa

POR Rubén Díaz | ZEMOS98 19/02/11 //

En una época en que las listas con las mejores diez aplicaciones educativas son laureadas en los social media por los profesionales de la educación y sustituidas y/u olvidadas por los mismos que la laurearon en menos de dos horas; cuando se dan respuesta a las mismas preguntas de siempre con dicotomías como nativo versus inmigrante digital; en estos momentos, dicen, en que asistimos a la emergencia de una generación transmedia y una cultura post Gutenberg capaz de tomar cuerpo y representarse a sí mismas en no más de 140 caracteres; en un momento en que todo el mundo ve perfectamente razonable trabajar a todas horas; ahora, que todo son incertidumbres y gurús que vuelven de retiros espirituales para desvelarnos la verdad florecen con la rapidez con que uno hace click; en estos días, digo, que yo empiece una charla sobre educación y comunicación diciendo que voy a ser pesimista no sólo es pesimista (algo de perogrullo y realmente pesimista si pensamos en las metáforas espaciales que solemos relacionar con lo óptimo y con el progreso adecuado: hacia adelante o hacia arriba, ¿y hacia la derecha?). La cuestión de fondo es que, además de pesimista, resulta incómodo, molesto y, en especial, poco eficaz. Poco rápido. Lento. Aburrido. Déjame.

Gestionamos las prisas con prisas. Pongamos que soy supuestamente pesimista y que no es más que un artificio retórico para proponer otra manera de acercarse a la paradoja de la complejidad. Y que la "propuesta pesimista" no es más que entender que todo a lo que podemos aspirar es imperfecto y que basta ya de dar respuestas cerradas a cosas que no tienen solución porque no existe el problema. No para obtener una parálisis, sino para todo lo contrario: lo que Marina Garcés llama la tentativa y el dar que pensar. No la respuesta del gurú, sino la pregunta del que conversa, que no quiere exactamente una respuesta, sino seguir pensando con el otro.

Lo que intenté con mi charla en el seminario de Formación del profesorado. Educación Mediática para una Generación Transmedia en CAMON fue dar que pensar sobre qué puede ser la educación expandida. Porque una idea tan simple como que "la educación puede suceder en cualquier momento y en cualquier lugar" puede remover conciencias e iniciar debates. Pero también sabemos que puede terminar siendo un jugoso negocio.

Mi planteamiento es ir al meollo del asunto: que hablar de educación expandida nos sirva para desestabilizar, retorcer, descentrar, extrañar, avivar el seso y despertar el pensamiento crítico. Preguntas radicales (porque van a la raíz) como por qué pensamos que necesitamos la escuela para aprender si podemos aprender en cualquier momento y en cualquier lugar. ¿Por qué estamos tan seguros de que la escuela es necesaria para aprender y que sin ella todo sería peor?. No tengo la respuesta.

Pero expandir la educación, desde el planteamiento de ZEMOS98, es -no sólo, pero también- preguntarnos esto. Distanciarnos de los esquemas preconcebidos que tenemos sobre lo qué es lo educativo (algo ciertamente imposible, pero que podemos intentar), como hemos hecho en otras ocasiones proponiendo otras narrativas posibles, otras formas de TV. ¿Otro mundo es posible?. Lo interesante no es llegar a una respuesta, sino buscarla. Y esto no es posible hacerlo de manera atropellada ni con listas definitivas. Es perseguirlo hasta el fin de nuestros días. Y trabajar en muchos frentes, a menudo contradictorios.

No obstante, utilicé una nueva paradoja para cerrar mi discurso aparentemente pesimista. En el apartamento del número once de la Rue Larrey de París en el que vivió Duchamp entre 1927 y 1942, el artista y ajedrecista francés colocó una sola puerta para dar acceso a dos habitaciones de la casa. Esta puerta podía estar abierta y cerrada al mismo tiempo. Abrir la puerta para cruzar el umbral que separaba el estudio del dormitorio significaba cortar el acceso al baño. Asimismo, se podía abrir la puerta para acceder al baño, pero como consecuencia eso implicaba cerrar la entrada al dormitorio. Esta paradoja doméstica le ahorraba espacio a Duchamp (podía ser algo eficaz), pero finalmente siempre prefirió mantenerla entreabierta.

Me gusta la acepción de paradoja que dice que es una "idea extraña u opuesta a la común opinión y al sentir de las personas". Es una contradicción, un loop infinito. No resolver la paradoja suena a veces a desesperación pesimista, a inasible imposibilidad. Pero no me digáis que la puerta entreabierta no es una forma de pensar profundamente vitalista y claro, optimista.

Comentarios //

por Silvana Comba / 5 mayo 2011

Excelente reflexión !! Acabamos de leerla, luego de escribirte el mail. Hubiera sido más sencillo si la leíamos antes, porque gran parte de lo que decís tiene que ver con la propuesta para las jornadas McLuhan y con nuestra manera de entender la expansión de la educación. Y también de estar cansados de las fórmulas, los consejos, las diez claves para..., 5 maneras de..., etc. etc. etc.
saludos

por Juanjo / 22 febrero 2011

Tal y como estaba leyendo después de ver la puerta arriba, pensaba, Rubén, que está abierta y cerrada a la vez, que no está cerrada, que siempre está abierta, que no te dejes llevar por esos de las lógicas pobres de SI/NO. Y sabía que no lo harías porque estas lógicas euclidianas contra las que "protestas" simplifican y matan. No se me olvidará pensar, a partir de esto tuyo en Eduex como educación no-euclidiana :)

No me cabe duda alguna de tu optimismo, como tampoco de lo triste que puede llegar a ser que el Real Madrid, por poner un ejemplo, se apropie o utilice iniciativas originalmente y estructuralmente críticas. La diferencia es que no veo a Valdano y Mourinho preguntándose se tendrían que cerrar sus escuelas de fútbol, o el club, ni aprendiendo lecciones críticas de todo esto.

Yo tampoco estoy seguro de que sin la escuela esto fuera peor, porque no sé ya qué es la escuela y qué es peor. Y es optimismo también. De ese otro mundo posible. Por las mismas, salvemos a Duchamp de los duchampianos. O meamos en el urinario o nos devuelve la meada :) Sabes que me ha encantado la referencia a esa puerta.

Un abrazo

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